Así como a Pablo, el amor de Cristo nos encontró en nuestro propio camino, justo alejandonos de Dios. Nos ofreció un perdón que no merecíamos, limpieza interior, y propósito que da sentido a todo.
Cuando experimentas un amor así, un amor que te rescata y te reconstruye, es demasiado grande para guardarlo en silencio.
Por eso, hoy, como Pablo, debemos decidir no ser rebeldes a la visión celestial que se nos ha encomendado. Es una decisión de integridad: vivir en coherencia con la esperanza que hemos encontrado.
Cada lugar donde estamos —nuestro trabajo, nuestra familia, nuestra comunidad— se convierte en un lugar donde nuestro testimonio vive.

Bosquejo de Sermón: «No Podemos Callar»
Título: No Podemos Callar: El Compromiso de un Testigo
Texto Principal: Hechos 4:19–20; 2 Corintios 5:14–20
Base de Estudio (Contexto): Hechos 26 (El testimonio de Pablo)
Idea Central: Impulsados por el amor de Cristo y comprometidos con la obediencia a Dios, estamos llamados a ser embajadores valientes de su mensaje eterno, sin importar nuestra preparación o elocuencia.
Introducción: El Eco de un Testimonio
- Recordatorio del Viaje: Durante tres domingos hemos escuchado el poderoso testimonio de Pablo ante el rey Agripa (Hechos 26). Vimos a un hombre transformado, que no se avergonzaba de su pasado ni de su Salvador.
- La Pregunta Clave: ¿Qué hacemos ahora con lo que hemos oído? ¿Es la historia de Pablo solo una historia inspiradora, o es una invitación a la acción?
- Nuestra Declaración de Hoy: La respuesta de la iglesia, la respuesta de cada creyente que ha sido tocado por Jesús, debe ser la misma que la de Pedro y Juan: «No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído« (Hechos 4:20). Hoy asumimos el compromiso de «No Poder Callar».
I. El Motor de Nuestro Testimonio: El Amor que nos Impulsa (2 Corintios 5:14)
- No es una Obligación, es un Desborde: El evangelismo no nace de la culpa o de un reglamento. Pablo dice: «Porque el amor de Cristo nos constriñe» (nos impulsa, nos apremia) (2 Corintios 5:14). Es un amor tan grande que no cabe dentro de nosotros; tiene que salir.
- ¿Qué Amor es Este?
- El amor que nos encontró cuando estábamos perdidos (como a Pablo en el camino a Damasco).
- El amor que nos perdonó y nos hizo una «nueva creación» (2 Corintios 5:17).
- El amor que nos reconcilió con Dios.
- Aplicación: Si te sientes sin ganas de hablar de Jesús, no busques más técnicas. Vuelve a la fuente. Pídele a Dios que te recuerde la grandeza de Su amor por ti. Cuando tu corazón arde con ese amor, tus labios no pueden permanecer cerrados.
II. El Mandato de Nuestro Testimonio: La Obediencia que nos Define (Hechos 4:19–20)
- Una Decisión Inevitable: Pedro y Juan fueron amenazados por la máxima autoridad religiosa. Su respuesta fue una declaración de lealtad: «Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios» (Hechos 4:20).
- Callar es Desobedecer: El silencio frente a la orden de Dios de «id y haced discípulos» (Mateo 28:19) no es neutralidad; es desobediencia. Callar el evangelio es elegir la comodidad humana por encima del mandato divino.
- La Valentía de los «No Expertos»:
- Hechos 4:13 nos dice que las autoridades se maravillaban al ver el denuedo de Pedro y Juan, sabiendo que eran «hombres sin letras y del vulgo».
- ¡El evangelismo comienza con convicción, no con capacitación! Su valentía no venía de un seminario, sino de haber «estado con Jesús».
- Aplicación: ¿A qué «autoridad» le estás obedeciendo? ¿Al temor al qué dirán? ¿A la inseguridad? ¿A la comodidad? Hoy declaramos que nuestra máxima autoridad es Dios, y a Él obedeceremos.
III. El Mensaje de Nuestro Testimonio: La Misión que nos Acredita (2 Corintios 5:18–20)
- Somos Embajadores, no Vendedores: Un embajador no crea su propio mensaje. Representa a su rey y entrega el mensaje que le fue encomendado.
- Nuestro Mensaje: Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo.
- Nuestro Ministerio: El «ministerio de la reconciliación».
- El Poder de un Mensaje Sencillo y Eterno:
- No necesitas ser un teólogo experto. Solo necesitas ser un testigo fiel.
- Tu historia, como la de Pablo, tiene tres partes simples:
- Quién eras sin Cristo.
- Cómo te encontró Cristo.
- Quién eres ahora en Cristo.
- Esta es la frase que resume nuestra confianza: «No soy experto… pero tengo un mensaje eterno». Y ese mensaje tiene el poder de Dios para salvación.
- Una Iglesia Rural en Marcha: Un embajador es poderoso no por su propia fuerza, sino por la autoridad del reino que representa. ¡Esta iglesia, aquí donde estamos, puede ser una embajada poderosa del Reino de Dios si nos ponemos en marcha!
Conclusión y Compromiso: «¡No Podemos Callar!»
- Hemos visto que el amor de Cristo es nuestro motor. La obediencia a Dios es nuestro mandato. Y ser embajadores con nuestro testimonio es nuestra misión.
- La historia de Pablo no es para ser admirada, es para ser imitada en su espíritu. La valentía de Pedro y Juan no es para ser aplaudida, es para ser replicada.
- Llamado a la Acción:
- ¿A quién te está impulsando el amor de Cristo a hablarle esta semana? Ponle un nombre.
- ¿Qué temor necesitas entregarle a Dios para poder obedecerle?
- Como iglesia, como cuerpo de Cristo, hoy hacemos un compromiso firme. No es una sugerencia, es nuestra identidad.
- Declaración Final (puedes invitar a la congregación a decirlo contigo):
«Porque hemos visto y oído… ¡NO PODEMOS CALLAR!«
Oración Final: Por valentía, por un amor renovado que nos impulse, y para que cada miembro de la iglesia se vea a sí mismo como un embajador en su casa, su trabajo y su comunidad. Amén.
Conclusión y Compromiso: «¡No Podemos Callar!» (Versión Ampliada)
Hermanos, al cerrar nuestro estudio sobre el testimonio de Pablo, todo se resume en esta verdad ineludible: nuestra fe no es pasiva, es una fuerza que nos mueve a actuar. Hemos visto que el amor de Cristo es nuestro motor, la obediencia a Dios es nuestro mandato y ser embajadores con nuestro testimonio es nuestra misión.
Veámoslo por última vez a través de los ojos de Pablo en Hechos 26:
1. El Amor de Cristo es nuestro Motor: Pablo no estaba frente al rey Agripa por obligación o para cumplir un requisito. Él estaba allí porque en el camino a Damasco no solo vio una luz, ¡fue encontrado por un amor que lo derribó y lo levantó como un hombre nuevo! (Hechos 26:13-15). Ese amor, que lo perdonó cuando era un perseguidor, se convirtió en el combustible que lo impulsó a través de prisiones, azotes y naufragios. Así como a Pablo, el amor de Cristo nos encontró en nuestro propio camino a Damasco. Nos perdonó, nos limpió y nos dio un propósito. ¡Ese amor es demasiado grande para guardarlo en silencio! Es el motor que nos impulsa a hablar.
2. La Obediencia a Dios es nuestro Mandato: Cuando Jesús se le apareció a Pablo, no le dio una sugerencia, le dio una comisión directa: «Te pongo por ministro y testigo… a los gentiles, a quienes ahora te envío» (Hechos 26:16-17). Y la respuesta de Pablo, su defensa ante el rey, fue simple y poderosa: «Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial» (Hechos 26:19). ¡Él entendió que callar era rebelión! De la misma manera, nosotros hemos recibido el mandato de Cristo de ir y hacer discípulos. El silencio frente a ese mandato no es neutralidad, es desobediencia. Hoy, como Pablo, debemos decidir no ser rebeldes a la visión celestial que se nos ha encomendado.
3. Ser Embajadores con nuestro Testimonio es nuestra Misión: Pablo, encadenado, se para frente al poder político y religioso de su tiempo y no se defiende a sí mismo; representa a su Rey. Su misión, dada por Cristo, era clara: «abrir sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios» (Hechos 26:18). Él era un embajador del Reino de la Luz en un salón lleno de tinieblas. Y al final, su anhelo de embajador se desborda cuando le dice al rey: «¡Quisiera Dios que… todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!» (Hechos 26:29). Esa es nuestra misión. No somos vendedores de un producto; somos embajadores de un Rey que ofrece perdón, libertad y una herencia eterna. Cada lugar donde estamos —nuestro trabajo, nuestra familia, nuestra comunidad— es la corte ante la cual presentamos las credenciales de nuestro Rey.
Llamado Final:
La historia de Pablo no es para ser admirada desde lejos, es un espejo para nuestra propia vida. El mismo amor que lo impulsó, nos impulsa. El mismo mandato que él obedeció, nosotros debemos obedecer. La misma misión que él cumplió, es ahora nuestra.
Así que te pregunto hoy: ¿Dejarás que el motor de tu fe se apague por el temor? ¿Serás rebelde a la visión celestial por comodidad?
¡No! Como iglesia, como cuerpo de Cristo, hoy hacemos un compromiso firme. No es una sugerencia, es nuestra identidad. Mirando lo que Cristo ha hecho en nosotros, declaramos junto a Pedro, Juan y el espíritu de Pablo:
(Invita a la congregación a decirlo contigo con convicción)
«Porque hemos visto y oído… ¡NO PODEMOS CALLAR!«
Oración Final: Señor, enciende en nosotros el fuego del primer amor como lo hiciste en Pablo. Quita de nosotros todo espíritu de rebeldía y temor. Levántanos como embajadores valientes en esta generación. Que salgamos de este lugar no solo inspirados, sino comisionados, listos para declarar lo que hemos visto y oído. En el nombre de Jesús, Amén.
Redacción para un Público Mixto (Creyentes e Inconversos)
Imagina por un momento que tu vida es un viaje. A veces, sin darte cuenta, tomas un camino que te aleja de donde realmente quieres estar, un camino que te hace sentir perdido o vacío. Todos hemos estado ahí.
1. El Motor: Un Amor que te Encuentra y te da Propósito.
La historia del cristianismo no comienza con una lista de reglas, sino con un encuentro. Pensemos en un hombre llamado Pablo. Él iba por su propio camino, convencido de que tenía la razón, pero en realidad se estaba alejando cada vez más de Dios. De repente, en medio de su viaje, fue encontrado por un amor tan poderoso que lo detuvo en seco, le perdonó su pasado, limpió su interior y le dio un propósito completamente nuevo.
Eso es lo que celebramos. Así como a Pablo, el amor de Cristo nos encontró en nuestro propio camino, justo cuando nos alejábamos de Dios. Nos ofreció un perdón que no merecíamos, una limpieza interior que no podíamos lograr por nosotros mismos, y un propósito que da sentido a todo. Cuando experimentas un amor así, un amor que te rescata y te reconstruye, es demasiado grande para guardarlo en silencio. No es un deber, es un desborde. Ese amor es el motor que nos impulsa a hablar.
2. El Compromiso: La Responsabilidad de Compartir algo Bueno.
Si descubrieras la cura para una enfermedad devastadora, ¿te la guardarías para ti? Callar sería impensable, casi cruel. Sentirías la responsabilidad de compartirla.
De una manera similar, cuando Jesús nos da ese nuevo propósito, nos confía una «visión celestial»: la increíble noticia de que todos pueden ser reconciliados con Dios. Para nosotros, que hemos experimentado este cambio, el silencio frente a ese mandato no es neutralidad, es como esconder la cura. Sería darle la espalda a la misma misión que le dio sentido a nuestra vida. Por eso, hoy, como Pablo, debemos decidir no ser rebeldes a la visión celestial que se nos ha encomendado. Es una decisión de integridad: vivir en coherencia con la esperanza que hemos encontrado.
3. La Misión: Ser un Reflejo de la Esperanza en la Vida Diaria.
Esta misión no se vive solo en un edificio o los domingos. Un embajador representa a su país dondequiera que va. De la misma forma, nosotros somos llamados a ser embajadores de esta esperanza en nuestra vida cotidiana.
Cada lugar donde estamos —nuestro trabajo, nuestra familia, nuestra comunidad— se convierte en un lugar donde nuestro testimonio vive. No se trata de tener todas las respuestas o de ser perfectos. Se trata de que nuestra vida, nuestras acciones y nuestras palabras reflejen la realidad del amor que nos transformó. Somos la prueba viviente de que el mensaje es real.
Y esto nos lleva a una pregunta que todos, en algún momento, debemos enfrentar:
La vida siempre nos presentará dos opciones: el miedo o la fe; la comodidad o el propósito.
Para los que ya seguimos a Jesús, la pregunta es directa:
¿Dejarás que el motor de tu fe se apague por el temor a lo que otros piensen? ¿Serás rebelde a la visión celestial que te dio vida, solo por buscar tu comodidad?
Y para ti, que quizás estás escuchando esto por primera vez, la pregunta es igual de importante:
¿Y si este amor que te encuentra, este propósito que te reconstruye y esta esperanza que te impulsa fueran reales? ¿Vale la pena explorar la posibilidad de que este mensaje también sea para ti?